Existen numerosos trabajos que correlacionan los continuos jet lag del trabajo por turnos de noche, vida de ocio nocturna o viajes en avión, con un mayor riesgo de padecer cáncer de mama, diabetes mellitus, obesidad, enfermedad inflamatoria y microinflamatoria intestinal, así como enfermedad cardiovascular.
Los mecanismos por los que se produce este riesgo son seguramente variados (ingesta inadecuada, uso de bebidas excitantes y café, tabaco, alteraciones de los niveles de melatonina, alteraciones de la respuesta inmune, etc.) pero además se sabe que en algunos de ellos la microbiota intestinal juega un papel fundamental.
Un estudio publicado hace algo más de un año en la revista Cell por el Dr. Eran Leinav y su equipo de investigación del Departamento de Inmunología del Instituto Weizmann de Ciencias de Israel, demostraban como ratones sometidos a jet lag cambiaban significativamente, además de sus hábitos alimentarios, la composición y actividad de su microbiota intestinal apareciendo obesidad e hiperglucemia. Así no solo observaron como los ratones sometidos a jet lag engordaban y se hacían diabéticos sino que otros criados en ambiente normal al serles transplantados el micobioma intestinal de los primeros, desarrollaban las mismas enfermedades, por lo que existen razones fundadas de que la disbiosis juega un papel importante en el desarrollo de estas alteraciones.
Un reciente artículo publicado en la Revista Current Opinion in Gastroenterology nos habla de un estudio realizado en ratas sometidas a cambios en el sueño en el que se demuestra como las alteraciones en los ritmos circadianos también favorece la colonización por bacterias patógenas como la Salmonella, se cree que facilitadas por la disbiosis y alteraciones en la inmunidad innata que provoca el jet lag.
Por lo tanto y aunque hay que estar atentos a más estudios, sobre todo realizados en humanos, podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que el jet lag social o laboral es un claro factor de riesgo para determinadas enfermedades relacionadas con una microbiota enferma o al menos descontrolada y fuera de un ritmo circadiano normal.