Ser soltero, tener un menor nivel educativo y menos ingresos tal vez sean los factores demográficos más importantes asociados con el Síndrome de Intestino Irritable (SII), especialmente en las mujeres, siendo estos factores menos determinantes en los hombres. Un índice de masa corporal bajo también parece un factor agravante de la enfermedad, siendo esta asociación más frecuente también en mujeres. Sin embargo el consumo de alcohol y tabaco, aunque también parece relacionarse con el SII, son menos determinantes en el desarrollo de la enfermedad comparados con los anteriores factores.
Al menos esto es lo que se desprende de un interesante estudio científico publicado recientemente en la revista Annals of Medicals & Health Sciencies Research en el que se analiza una muestra de 150 de pacientes que reúnen los criterios de SII del consenso de Roma III, comparados con una muestra control de 163 personas sanas.
El SII es la patología digestiva más frecuente, siendo la principal causa de consulta para el médico de cabecera y el especialista de digestivo. Se cree que puede afectar a un 10-15% de la población en España, siendo más frecuente en mujeres (entre 2 y 4 veces más que en el hombre), o al menos son ellas la que consultan más. Aunque se suele diagnosticar sobre los 30 años y es raro su diagnóstico más allá de los 55 años, puede aparecer a cualquier edad y suele mejorar con la senectud. Sus causas son desconocidas; los últimos trabajos apuntan a alteraciones en la respuesta inmune en la superficie celular secundarias a un desequilibrio alimentario y sobre todo con alteraciones de la flora intestinal, con la liberación de citoquinas que actuarían sobre la motilidad intestinal y sensibilidad visceral. Así los síntomas comunes de la enfermedad son alteraciones del ritmo intestinal (diarrea-estreñimiento, diarrea-normalidad o estreñimiento-normalidad) mantenidos al menos durante la mitad de los días en los últimos 6 meses (por tanto se trata de una enfermedad crónica), asociando siempre dolor abdominal relacionado con la defecación y muchas veces distensión abdominal, meteorismo (gases) y movimiento intestinales audibles o incómodos (borborigmos). Para el diagnóstico de SII se tiene que reunir estos criterios clínicos (recogidos en el consenso de Roma III) y se ha tenido que descartar de forma razonable enfermedad orgánica que afecte al intestino (fundamentalmente inflamatoria, infecciosa, alérgica o tumoral). También hay que descartar intolerancias alimentarias (lactosa, fructosa, sorbitol, etc) que aunque con cierta frecuencia no serán la causa de los síntomas aún cuando coexistan con el SII, si suelen agravarlo en la mayoría de los pacientes que las padecen.
(Aquí puedes consultar este trabajo a full-text de forma gratuita)