Test ALCAT o test de intolerancia alimentaria múltiple: ¿sabiendo lo que sabemos, porqué se sigue usando?

20 de marzo de 2015 • Noticias del editor, Noticias MédicasLeer más »

alimentos-frescosSu popularidad se debe a los posibles beneficios que una dieta exenta de alimentos, a los que en teoría nuestro organismo reacciona inmunológicamente de forma anómala, podría ofrecer para corregir síntomas digestivos, cuadros alérgicos, migraña, obesidad e incluso síndrome de fatiga crónica.

En este test se examinan hasta 200 alimentos y 20 aditivos alimentarios mediante una muestra de sangre en la que se mide la IgG-4 específica contra éstos.

Hasta aquí todo bien pero…. ¿es realmente así de fácil realizar estos estudios?, ¿es tan fiable como dicen?, ¿se puede aplicar fácilmente a la práctica clínica?, ¿en que me puede beneficiar y en que perjudicar?….. estas son algunas de la preguntas que intentaremos aclarar a continuación de forma breve e inteligible para todos.

En el organismo algunas de las células encargadas de la defensa (sobre todo linfocitos, células plasmáticas y mastocitos) fabrican unas proteínas que se llaman inmunoglobulinas, cuya misión es protegernos contra los agentes externos que penetran en nuestro cuerpo y mantener además ese recuerdo inmunológico para combatir de forma más rápida y eficaz a esas sustancias cuando una segunda vez intentan agredirnos.

Básicamente existen 4 tipos de estas proteínas.

– La IgA se fabrica en las mucosas, sobre todo respiratoria e intestinal y es la responsable de la lucha contra determinados agentes que penetran por esta vía (los IgA más conocidos son los antigliadina, antitransglutaminasa y antiendomisio, también conocidos como los anticuerpos de la celiaquía, una enfermedad asociada a la ingesta de gluten en personas predispuestas y que produce una importante inflamación en intestino delgado mediada por estas inmunoglobulinas).

– La IgE es la que se produce sobre todo de los procesos alérgicos, respiratorios o alimentarios, fabricándose tras la estimulación de determinados alérgenos, como pólenes, ácaros, alimentos como la proteína de la leche de vaca, huevo, marisco, frutos secos, etc. o incluso determinados microorganismos como son algunos parásitos y gusanos.

– La IgM se produce como una primera respuesta a agentes nocivos, generalmente infecciosos, y circula en la sangre generalmente durante un breve periodo de tiempo. Por eso es muy útil para conocer si una infección es reciente o no.

– La IgG, que es la que se mide en este test, se fabrica también en los procesos en los que nos agreden agentes nocivos, generalmente infecciosos, aunque también pueden ser de otro origen, como por ejemplo alimentario. Pero no median respuestas alérgicas ni de primer ataque, sino una respuesta más mantenida y duradera, estando presentes en nuestro organismo tras su primera fabricación años o incluso para siempre, a diferencia de las otras inmunoglobulinas cuya vida es más efímera. Representan sobre todo el recuerdo inmunológico.

Una vez entendido ésto podemos suponer que la IgG y concretamente la IgG-4 es la menos valorable de todas las inmunoglobulinas ya que no representa ni la respuesta inmediata (IgM), ni la respuesta alérgica (IgE) ni la respuesta específica de la mucosa respiratoria o intestinal (IgA). Y es aquí donde reside su escaso valor para el estudio de intolerancias alimentarias. Es más, se piensa que el que tengamos anticuerpos IgG a determinados alimentos solo representa el recuerdo inmunológico de haber estado en contacto alguna vez con ellos, como ocurre con otros agentes externos, y que su presencia no necesariamente indica un factor de hipersensibilidad sino un indicador de tolerancia inmunológica vinculada a los linfocitos T reguladores y por tanto no son indicadores de alergia o intolerancia, sino que más bien son una respuesta fisiológica a la exposición más o menos continuada. Por esto es normal encontrar este tipo de anticuerpos en pacientes adultos y niños sanos, independientemente de que estos tengan síntomas relacionados con la alimentación (es decir, es muy frecuente encontrarlos en pacientes asintomáticos). Además estos test tiene una respuesta poco predecible, ya que a veces si los repetimos en el tiempo dan valores bien diferentes.

Actualmente, por todo esto que hemos comentado y antes la falta de estudios científicos que digan lo contrario, ninguna sociedad científica o médica avala su uso en el estudio de las intolerancias alimentarias y los supuestos síntomas asociados a éstas. Es más, existe una advertencia seria y reiterada de que el uso inadecuado de este tipo de pruebas o una mala interpretación de resultados, puede dar lugar a restricciones dietéticas inadecuadas e innecesarias, con implicaciones particularmente grave en la nutrición de los adultos y sobre todo en el crecimiento y desarrollo de los niños.

Entonces…. ¿sabiendo lo que sabemos, porqué se sigue usando?…..